Siempre que se genera un debate sobre algo de trabajo, yo llego a la conclusión de que lo más importante es tu actitud en el trabajo.

¿A qué me quiero referir con esto de la actitud en el trabajo? Pues que ya puedes tener muchos conocimientos teóricos como entrenador, preparador físico, nutricionista, entrenador mental, o cualquier otra figura técnica en un equipo deportivo; ya puedes incluso tener experiencia práctica en tu materia; que, si tu actitud en el trabajo no es buena, puede que lo anterior quede difuminado e incluso puedes perder tu puesto de trabajo.

Te pongo un ejemplo práctico. Imagina que eres un gran preparador físico, tienes una buena base formativa, has estudiado la carrera de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, has hecho uno o varios masters de rendimiento, de preparación física, de fuerza aplicada al deporte. Y además llevas años trabajando en clubes deportivos. Pero si luego no eres buen compañeros con el resto de preparadores físicas de tu club o no te llevas bien con tu cuerpo técnico, es muy probable que tus horas estén contadas. Durarás un año, a lo sumo dos, pero no contarán contigo.

Este preparador físico te dirá que no lo entiende, que él ha sido un profesional y que ha sacado rendimiento y mejora física a los deportistas y al equipo, pero se olvida que en la vida y en el deporte somos primero personas y luego profesionales.

En muchas ocasiones, el ego, la inmadurez o tu propia personalidad pueden hacer que pierdas tu puesto de trabajo.

Cuando algún compañero me pide consejo, siempre le digo lo mismo. Tienes que tratar a los demás no solamente como a ti te gustaría que te tratasen, sino incluso mejor. Cuando una persona es generosa, educada, atenta, además de buen profesional, todos los que trabajan con esta persona están felices y encantados de compartir momentos contigo.

Una cosa más en cuanto a la actitud en el trabajo. Tienes que tener en cuenta para quién trabajas. Es una pregunta trascendental para tu futuro profesional. Mucha gente, sin darse cuenta trabaja para sí misma, para su mayor gloria, pisoteando a los propios compañeros para conseguir éxito, dinero o un ascenso. Y esta actitud egoísta hace que descarrilen.

Cuando trabajas con amor a tu trabajo, para los demás, para mayor gloria de Dios, dando lo mejor de ti mismo, la cosa cambia. Te invito a tener esta actitud en tu trabajo. Verás cómo tu vida personal y profesional se transformará.