El alma del equipo
En el deporte, cuando hay resultados negativos o positivos, se suele hablar de que el equipo “no ha tenido alma” o que el alma del equipo ha hecho que se obtenga la victoria.
Pero, ¿qué es realmente el alma del equipo?
No vamos a debatir sobre si existe el alma o no físicamente. Se dice incluso que el alma pesa 21 gramos (que proviene del estudio pseudocientífico, publicado en 1907, en el Journal of Scientific Exploration por el médico estadounidense Duncan MacDougall, doctor en biología. Duncan realizó una serie de experimentos con seis personas moribundas a las que pesó justo después de su muerte anotando lo que pesaban. La media de estas seis personas resultó 21 gramos). Pero esto es algo anecdótico.
Lo que queremos saber es a qué llamamos “alma del equipo” y la importancia que tiene para conseguir alto rendimiento un equipo.
Es evidente que cuando analizamos un equipo siempre nos centramos en cómo conseguir el alto rendimiento. Para ello, los entrenadores y los técnicos se preocupan de los procesos y los procedimientos. Qué es lo que tienen que hacer, cómo lo van a conseguir, qué normas necesitamos establecer, cómo marcar los objetivos de proceso y de resultado. A todo esto, lo llamamos armonía externa.
Y todo lo anterior no está mal. Es necesario tenerlo en cuenta y trabajarlo.
Pero, hay algo más. Hay cosas menos tangibles que determinan la armonía del equipo y su rendimiento. Que todos los integrantes piensen y sientan como equipo, que haya una comunicación fluida y que compartan unos valores positivos comunes. Esto es lo que denominamos alma del equipo y es la armonía interna.
Cuando los miembros de un equipo armonizan sus acciones, fruto de la sensación de cohesión entre ellos, el alma del equipo aparece.
A los deportistas le resulta natural sentir la cohesión con los demás. Como ser social, la persona adapta su comportamiento, su pensamiento y sus emociones al equipo. La armonía de un equipo es como la de los dedos de una mano. De manera individual cada dedo no puede coger por sí mismo un objeto. Pero si en vez de actuar como un dedo individual, actúan como una mano en conjunto si que podrá coger dicho objeto.
Así se genera el milagro de la inteligencia colectiva. Los comportamientos, pensamientos y emociones de la inteligencia individual se unen y armonizan de tal forma que surgen comportamientos, pensamientos y emociones colectivas y por tanto surge el “alma del equipo”.