CÓMO SER UN DEPORTISTA PROFESIONAL
Cada día tengo la fortuna de convivir con deportistas jóvenes que tienen mucho talento y están a un paso de ser profesionales. Futbolistas, tenistas, golfistas, nadadores, jugadores de baloncesto, etc.
Todos ellos cuentan con algo que podríamos decir que es innato: su talento. Este talento unido al trabajo que tienen acumulado, hace que sean muy buenos en su práctica deportiva. Pero al talento y al trabajo hay que sumarle otros dos componentes que puede que parezcan sencillos, pero que son en la mayoría de las ocasiones lo que hace que la balanza se incline hacia el éxito (ser deportista profesional), o hacia otro lugar (estar a punto de ser profesional y quedarse a las puertas).
Estos dos factores son:
- La motivación: es la dirección e intensidad de esfuerzo. Es la gasolina que hace al deportista levantarse cada mañana para entrenar y competir dando el 100%. Es evidente que con solo motivación no se puede llegar muy lejos, pero si tienes talento más trabajo y lo unes con la motivación el deportista tiene muchas más posibilidades de triunfar.
- La inteligencia emocional: entendida como la capacidad que tienen las personas para saber gestionar sus emociones. Es la adecuada utilización de nuestras emociones, para dirigir nuestras conductas, a objetivos deseados.
En muchas ocasiones los deportistas tienen talento, trabajo e incluso motivación. Pero incluso con todo lo anterior no les llega para ser profesionales. En ocasiones estos deportistas pierden el equilibrio por diversos motivos: cambio de ciudad o país, nuevo entrenador o equipo, vivir de forma independiente sin el apoyo de la familia, tener una pareja que no se ajusta a la vida de un deportista de élite, estar más centrado en comprarse un coche u otro tipo de objetos.
Aquí es fundamental que el deportista tenga claras sus prioridades y que el entorno le ayude a tomar buenas decisiones que contribuyan a encontrar la estabilidad emocional.
Los cambios producidos por la búsqueda de la estabilidad son fruto de una adaptación que se consigue a medida que surgen las situaciones y problemas que se tienen que resolver y que asegura la permanencia del equilibrio interior. Muchas veces estos cambios vienen provocados por vientos que uno no controla, es decir, por circunstancias externas que uno no decide, al menos directamente, que ocurran. La capacidad de adaptación a estos cambios no elegidos es una cualidad que las personas inteligentes emocionalmente tratan de potenciar día a día.
Cuando un deportista tiene: TALENTO + TRABAJO + MOTIVACIÓN + INTELIGENCIA EMOCIONAL (EQUILIBRIO) las probabilidades de ser deportista profesional se multiplican.
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