Siempre que me preguntan cómo se puede alcanzar el alto rendimiento digo que hay dos caminos. El primero, el más fácil, o mejor dicho el más habitual, donde el deportista se esfuerza hasta la extenuación, donde incluso sufre y para conseguir las metas te quedas vacío por dentro y con mucho desasosiego porque el resultado es lo único en lo que te centras. El segundo camino, que no es tan habitual y que “parece” más difícil cuando en realidad es el más fácil. Es un camino donde se disfruta del proceso, estás tranquilo y en paz y confías en ti y en lo que haces sin centrarte en el resultado.
Estos dos caminos están al alcance de todos, lo que ocurre es que el primero es más visible porque es lo que se suele ver y el segundo, siendo lo natural, se encuentra más oculto.
Yo he tenido la suerte de vivir ambos caminos. Cuando era joven buscaba el éxito y conseguir mis metas con mi propio esfuerzo y sufriendo en cada paso que daba hacia mis objetivos. Ocurría esto porque me centraba única y exclusivamente en el resultado. Todo equivalía a lo siguiente: si gano todo está bien y me creo alguien valioso y si pierdo la vida es lo peor y yo no valgo para nada.
Vivir así hacía que me moviese en una “montaña rusa” donde mi estado de ánimo y mi autoestima dependía de algo externo y que no dependía de mí al 100%: el resultado. Como el resultado era lo único importante lo demás además de no darle ningún valor, no era capaz ni de verlo.
Y con esto no quiero decir que el resultado no sea importante. Creo que es muy importante. Creo que en la vida y en el deporte nos movemos hacia objetivos y que no nos tiene que dar igual. Que el esfuerzo y el trabajo forja tu personalidad y que es necesario dar tu 100% en todo lo que haces.
Pero aquí la diferencia está en dónde pones el foco. He tenido la fortuna de aprender de grandes maestros y de trabajar con muchos campeones del mundo en diversas modalidades deportivas. Y la experiencia me dice que hay otra forma de conseguir el éxito. El deportista y el entrenador “top”, disfruta de lo que hace, vive en paz y confía en él o ella y en su trabajo, confía en lo que le va a deparar la vida, no basa su vida en ganar y perder, sino que va más allá de un mero resultado y sabe que con talento, trabajo, calma y foco en la competición va a estar siempre en disposición de competir para conseguir su meta.
Hay dos caminos. Prueba ambos y después me cuentas.