En muchas ocasiones vivimos el día a día con muchas prisas. Por eso siempre digo que el que espera gana. En una sociedad donde se premia lo inmediato, donde con un click tienes la oportunidad de tener en tu casa prácticamente lo que desees, se hace preciso aprender a ser paciente y generar el hábito de la espera ya que puede tener muchos beneficios a nivel mental para la persona y para el deportista.
Según la Real Academia de la Lengua, la paciencia es la “capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse y también la facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho”. Cuando una persona afronta de forma positiva una adversidad, se lo toma con calma y es capaz de tener tranquilidad a la hora de gestionarla, seguramente va a obtener mejores resultados que las personas que reaccionan de forma impulsiva, ya que se dará tiempo para ver, analizar la situación y para madurar su respuesta.
En el mundo del deporte la paciencia y esperar es algo fundamental a la hora de afrontar una temporada o una competición. Una lesión, una mala racha, no contar para el entrenador, pueden ser algunos de los motivos que hacen que el jugador pueda perder la calma. Sin embargo, el deportista que afronta estas situaciones de manera positiva va a sufrir menos. Si está lesionado se va a recuperar incluso antes. Si está pasando una mala racha va a aprender y le va a servir para el futuro. Y si no cuenta para el entrenador, va a seguir apretando y trabajando sin obsesionarse con el resultado final.
El ser paciente, tanto en la vida como en el deporte, hace que consigas un equilibrio mental y emocional muy beneficioso. No es que te de igual todo o te conformes, sino que eres capaz de confiar más en ti, en la vida y en el proceso. Vas a tener esa tranquilidad y paciencia a la hora de elegir y a la hora de actuar. Además, en vez de estar en una “frecuencia negativa”, empiezas a verlo de otra manera.
En muchas ocasiones nos frustramos cuando no conseguimos lo que queremos de forma inmediata, o de la manera exacta que nos lo habíamos imaginado. Ante estas situaciones es clave normalizar y relativizar la situación, hacer lo que dependa únicamente de uno mismo y aprender a vivir el presente sabiendo que lo que ha sucedido pasará. Como decía al inicio: el que espera gana.
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