Los entornos deportivos son fundamentales para que un deportista se desarrolle correctamente y para que su rendimiento sea cada vez mayor.
Cuando un deportista comienza a disminuir su rendimiento, uno de los primeros lugares donde hay que mirar es hacia su entorno deportivo. ¿Quién compone este entorno? Pues en primer lugar los padres, hermanos y familiares más cercanos. Cuando un deportista baja su rendimiento puede deberse a problemas familiares de diversa índole, desde separaciones o divorcios de los padres, pasando por problemas económicos o problemas de comunicación y relación con hermanos u otros miembros de la familia.
También se incluye en este entorno a los amigos y compañeros del deportista. Al igual que con la familia, cualquier circunstancia o problema entre el jugador y sus amigos puede suponer un descenso del rendimiento si no se gestiona correctamente.
Hay que añadir en el entorno más cercano al representante o agente del deportista. En teoría es la persona encargada de gestionar la carrera deportiva, e incluso personal del jugador. El problema es que, en muchos casos, ni están formados ni preparados para asesorar al deportista y en otras ocasiones tienen intereses que no favorecen plenamente al jugador y sí a ellos mismos.
Por tanto, en cuanto una pieza del sistema familiar del deportista está mal, afecta directamente al jugador. Si en casa hay problemas, si no tengo buena comunicación con mi entorno, si mis amigos no son una buena compañía, o si mi agente me asesora mal, va a influir de manera negativa a deportista y a su carrera deportiva.
Otro gran problema es que en muchas ocasiones se protege en exceso al deportista o se le da siempre la razón. He visto en todos estos años situaciones curiosas como por ejemplo que un padre diga: “este año no nos están saliendo las cosas”, como si el padre participase en el terreno de juego con su hijo. O representantes y padres que quieren que el jugador se vaya a otro equipo en la jornada 2 porque no ha sido titular.
En vez de fomentar el trabajo diario, el esfuerzo, la resiliencia, la confianza y otros valores necesario para ser una persona con grandes valores y un deportista capaz de gestionar cualquier situación favorable o adversa, fomentan, sin querer, deportistas débiles mentalmente que no saben afrontar situaciones de máxima tensión y que tienen una imagen muy distorsionada de la realidad.
Es cierto que también hay deportistas que tienen entornos deportivos muy positivos, donde les cuidan y crecen de una forma natural y saludable. Queda mucho camino por recorrer. Siempre nos encontraremos situaciones positivas y negativas. Pero lo importante será detectarlas y gestionarlas para que los deportistas crezcan y mejoren.