Hace poco tuve una conversación muy interesante sobre el espíritu de equipo con una persona del mundo del deporte. Esta persona había sido deportista profesional y ahora era entrenador.
Hablamos de los equipos y de cómo eran antes y cómo son ahora. Para empezar, quiero subrayar que ni antes estaba todo bien, ni ahora está todo mal. Simplemente la vida y el deporte evoluciona. Tengo la experiencia de haber convivido con equipos que eran un poco desastre y con grupos que tenían verdadero espíritu de equipo.
Lo que si es cierto es que antes había menos estímulos externos que hacía más sencillo, rápido y natural la unión del equipo. Y pongo ejemplos: antes pasabas por un vestuario y los deportistas estaban gritando, riendo y “armando escándalo” (tenías que entrar a decirles que bajasen el tono porque parecía un gallinero). Ahora, hay ocasiones en las que pasas por la puerta del vestuario y no escuchas nada, miras el reloj y piensas, deberían estar todos en el vestuario. Y abres la puerta y ves a todas las personas sentadas en el vestuario con el móvil o los auriculares puestos, cada uno “a lo suyo”. Choca mucho escuchar ese silencio antes de un entrenamiento. Y esto hace que ese espíritu de equipo sea más difícil transmitir o que lo tengas que “entrenar”, cuando antes surgía de forma natural.
Yo les comento a los jugadores y jugadoras que es bueno que sepan de la vida del compañero, saber sus gustos, aficiones, conocer cómo es su familia, que se cuenten sus alegrías y sus penas. Todo esto va a unirte más a cada compañero y a verle como una persona. Cuando sucede esto, sin darte cuenta vas a sentir que perteneces a algo más grande que tú mismo.
El espíritu de equipo hace que no pienses en ti mismo únicamente y te des a tus compañeros. Es renunciar al yo por el nosotros. Cuando tienes entusiasmo por ir a entrenar y estar con tu cuerpo técnico y compañeros, cuando te apetece cooperar con todas las personas que integran tu club, es que está presente el espíritu de equipo.
Sé que alguna persona puede pensar que en el deporte hay que ser egoísta, que te tienes que preocupar de ti mismo. Creo que hay cosas más importantes que este pensamiento. Y puedo decir que en ocasiones este espíritu de equipo le ha servido a algún futbolista con minutos residuales renovar en primera división porque ayudaba al equipo con su actitud, su trabajo y su liderazgo.