UN FINAL FELIZ
Hace dos años Garbiñe Muguruza declaraba en un acto publicitario que Roger Federer era su jugador de tenis favorito. En esos momentos la tenista hispano-venezolana no había conseguido ningún Grand Slam y es posible que ni pensase lo que en este breve periodo de tiempo le iba a ocurrir.
En el 2015 fue finalista en Wimbledon perdiendo la final con Serena Williams. Ésta comentó en la entrega de trofeos que estuviese tranquila porque pronto ganaría el torneo. En 2016 Garbiñe gana su primer Grand Slam en tierra batida en Roland Garros, venciendo a Serena Williams en dos sets. Primer final feliz. Y finalmente, en 2017 Muguruza ha ganado en la hierba de Wimbledon a Serena, cumpliéndose las predicciones de la tenista norteamericana. Segundo final feliz.
Esta victoria hace que Garbiñe haya conseguido en dos años 2 Grand Slam y que se sitúe entre las mejores tenistas del panorama internacional. Su palmarés es algo extraño ya que de 4 títulos, 2 son “majors”.
Pero lo más importante no son los títulos. La tenista reconoce que después de ganar en Francia, ese Roland Garros fue lo mejor y lo peor que le había sucedido, ya que además de no parar a disfrutar de la victoria se metió mucha presión e hizo que no disfrutase y se tomase con calma las cosas.
Venía de caer, llorando de rabia, en la tierra de París pensando que quizás sintió miedo a la hora de defender título. Pero en esta edición de 2017 en Wimbledon todo fue diferente. Desde el principio todo fue rodado. Se aisló mental y emocionalmente y se concentró plenamente en ir pasando ronda a ronda. Tenía claro que la actitud de estar tranquila en todo momento era clave para conseguir el objetivo. Conchita Martínez, la única española que había conseguido hasta ahora este torneo le dijo que respirase, que disfrutase del momento y que estuviese tranquila porque en estas finales todas se ponen nerviosas.
Y así fue. Tras salvar dos bolas de set con 4-5, venció el primer set y el segundo fue un contundente 6-0. Garbiñe hizo historia y con 23 años tiene todo un futuro por delante.
En la cena de campeones de Wimbledon ofrecida por los socios del All England Tennis Club, Muguruza estaba feliz. Quizás porque había conseguido su objetivo, quizás porque sabía que es el inicio de muchos más títulos, quizás porque ha encontrado su estado mental óptimo para competir, quizás porque sabía que le esperaba un baile con otra leyenda: Roger Federer. Un final feliz.