Hay una cosa que me encanta ver en el mundo del deporte y son los jugadores felices. Cuando hablo de jugadores felices me refiero a aquellos deportistas que disfrutan en el campo de juego de todo lo que hacen, que tienen una gran actitud independientemente del resultado que obtengan y que siempre se guían por sus valores y actitudes de fair play o juego limpio.

Se nota cuando un deportista salta a la cancha y con su sonrisa y tu actitud es capaz de transmitir confianza, tranquilidad y felicidad. Cuando hacen esto es porque confían en sus capacidades, están tranquilos porque saben que están preparados y saben lo que tienen que hacer en el terreno de juego y son felices porque están agradecidos a la vida de poder dedicarse a lo que se dedican y hacer lo que hacen.

Estos jugadores felices contrastan mucho con los que tienen una actitud contraria a esto. Yo les denomino jugadores desquiciados. Son los jugadores que antes de salir a jugar piensan que los árbitros están en su contra, que los rivales son sus enemigos, que la afición contraria es despreciable. Siento ternura hacia estos jugadores ya que ponen el foco en el lugar equivocado. Con este enfoque lo único que consiguen es ser infelices y vivir siempre acomplejados y con la creencia de que la gente les persigue y están en su contra.

Simplemente cambiando su punto de vista se sentirían mejor y serían mucho más felices. Es una pena ya que todo esto les provoca malestar, infelicidad y angustia, sin ninguna necesidad.

Hay deportes en donde los rivales lucha a muerte para ganar y llevarse la victoria, pero se respetan, se admiran y son capaces de poner por delante los valores y el juego limpio. Cuando ocurre esto me admira presenciarlo y se nota que son jugadores felices. Y en muchas ocasiones la rivalidad es muy grande, pero desde el respeto.

Se nota cuando un jugador actúa desde el ego o desde el ser. Cuando el deportista actúa desde el ego se cree el centro del universo y hace las cosas para sí mismo y para alimentar su propio ego. Cuando actúa desde el ser, claro que quiere ganar, pero el propósito es diferente. Ya no lo hace únicamente por él, sino que hay otros motivos: el equipo, dejar un legado, hacerlo para ver cuáles son sus límites y dar su máximo.

Animo a todos los deportistas a jugar desde su ser. Verán que de esta forma pueden ser más felices y disfrutar más de su deporte.

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