Siempre he estado cerca de promesas deportivas. Bien porque tengo la fortuna de trabajar cerca del deporte de base, bien porque les tengo como alumnos en la universidad o bien porque trabajo con ellos haciendo coaching.
Cuando están a punto de dar el salto a la élite, al deporte profesional, pueden pasar por numerosas situaciones:
1) Que el chico o la chica estén preparados para afrontar todo lo que les viene. Es posible que el deportista siendo joven y sin tener experiencia tenga la fortuna y preparación para ir gestionando todo lo que le llegará (competición, medios de comunicación y redes sociales, familia, aficionados, “buscadores de fortunas”, “nuevos amigos”, …). Si es así, tiene mucha fortuna ya que ser deportista profesional es algo que se puede disfrutar y utilizar para inspirar a otras personas practicando el deporte que más te gusta y ganando dinero por ello.
2) Que el chico o la chica no estén preparados para afrontar todo lo que les viene encima. Y aquí normalmente o aprenden a “palos” o acaban mal o retirándose del deporte profesional. Esta situación es más desagradable ya que o no llegan o dejan de ser profesionales, no porque no tenga talento o calidad para ello, sino porque mentalmente no pueden o no saben gestionarlo emocionalmente.
Cuando estas promesas deportivas pasan del deporte juvenil al deporte profesional se dan cuenta que la competición se parece algo a lo que ellos venían haciendo, pero no es lo mismo (evidentemente te enfrentas a personas de mayor edad y más experiencia que tú). La presión externa es mayor ya que hay muchos intereses, además de los deportivos. Los medios de comunicación están presentes y empiezas a ser un personaje público, los aficionados te empiezan a seguir en las redes sociales y comienzas a ser un personaje público. Algunos familiares y amigos empiezan a tratarte de forma diferente porque puede que ellos no estén preparados para esta nueva situación. A lo anterior, se suma que comienzan a “pegarse” a los deportistas personas que ni conocen y que quieren “sacar” algo de esa “nueva estrella”.
Por tanto, lo realmente importante en las promesas deportivas es querer, saber y poder gestionar mental y emocionalmente todo lo anterior. Parece que es muy fácil, que eres una chica o un chico que se te da muy bien un deporte y de repente te convierte en profesional.
Pero no es así. Lo primero es que llegan muy pocos y se mantienen menos deportistas todavía. Detrás de cada chico o chica que llega a la élite hay una historia de miles de horas de trabajo, sacrificio y esfuerzo.