Si hay algo que espero con pasión cada cuatro años junto con los Juegos Olímpicos, estos son los Mundiales de fútbol. Los recuerdos de los Mundiales son algo que siempre estarán en mi cabeza y en mi corazón. Primero porque únicamente hay uno cada cuatro años. Y segundo porque esta competición es algo más que un simple torneo de fútbol.
Los Mundiales transmiten inspiración para los demás y muchos valores positivos. Seguro que los más críticos dirán que es solo un negocio y que se ha perdido la esencia, pero yo puedo dar simplemente mi visión de lo que he vivido y he percibido hasta ahora.
Parra empezar los Mundiales unen a los aficionados que temporada tras temporada discuten y entran en conflicto con sus equipos cada fin de semana. También hay personas que, aunque no les interesa el fútbol, se sienten identificados con su selección nacional y siguen y apoyan a su equipo. E incluso une a las familias y amigos, ya que se reúnen para ver dicha competición.
Yo recuerdo mi primer Mundial, el de México 86, cuando me levantaba de madrugada para ver con mi padre, mi tío y mis primos los partidos de la selección española. Aquel mítico partido de octavos de final contra Dinamarca en el Estadio La Corregidora de Querétaro con cuatro goles de Emilio Butragueño, … o cómo caímos en cuartos de final (como siempre) ante Bélgica en los penaltis. Y sin duda me quedo con Diego Armando Maradona. Lo que hizo en ese torneo me marcó para toda mi vida. Parecía un extraterrestre, esos dos goles a Inglaterra y su camino glorioso hasta alzar la Copa del Mundo en el Estadio Azteca ante 115.000 personas.
Recuerdo los siguientes Mundiales: Italia 90, USA 94 (volvimos a estar cerca de pasar de cuartos ante Italia, pero no pudo ser. Aquí después de esta eliminación me fui triste a casa después de verlo con mis mejores amigos y me prometí que alguna vez vería a España ser campeona del Mundo). Luego vinieron Francia 98 con la Brasil de Ronaldo y la Francia de Zidane y Corea y Japón 2002 donde otra vez estuvimos a punto de pasar los cuartos de final ante la anfitriona Corea de Sur con un partido con decisiones arbitrales un tanto polémicas.
En Alemania 2006 parecía que la cosa iba a ir mejor, pero caímos antes de tiempo. Y por fin llegó nuestro momento: Sudáfrica 2010. España venía de ser campeona de Europa ante la temida Alemania con un gol de mi querido Fernando Torres en la final. Después de perder contra Suiza en el primer partido ocurrió el milagro: España fue pasando eliminatorias, pasó de cuartos de final, ganó la semifinal ante Alemania y se plantó en la Final frente a Holanda. Todos los recuerdos de los Mundiales anteriores se convirtieron en alegría con aquel gol de Iniesta en el minuto 116 de la prórroga. Todas las eliminaciones y decepciones de anteriores mundiales habían merecido la pena. Y el sueño de niño se convirtió en realidad. Vi en mi “luna de miel” junto a mi mujer todos los partidos y lo celebramos en Menorca.
Posteriormente llegaron Brasil 2014 y Rusia 2018, con sendos fracasos.
Ahora a pocos días del comienzo del Mundial de Qatar 2022, puedo decir que tengo la misma ilusión que ese niño que se levantaba de madrugada para ir a casa de sus primos a disfrutar y vivir momentos únicos juntos a los suyos. Los recuerdos de los Mundiales quedarán grabados en mi cabeza y en mi corazón sea el resultado que sea. Yo sé quién va a ganar este año y me alegro mucho por ellos.
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