El sentido de pertenencia es la percepción subjetiva que tiene una persona cuando se siente admitida, cómoda y reconocida con respecto a un grupo o un equipo. En nuestra sociedad una persona puede sentir esto con respecto a su familia, sus amigos, su comunidad, su entorno laboral, su país e incluso respecto al planeta.
El psicólogo humanista Abraham Maslow, en su Teoría de Jerarquía de Necesidades hablaba de la necesidad de pertenencia o necesidad social. Es esa necesidad que tienen los humanos por formar parte de algo más grande que ellos mismos. Cuando las personas en general, y los deportistas en particular, sienten que no pertenecen a su “grupo” o equipo suelen entrar en conflicto y trabajan para que esto no suceda. Es decir, que cuando hemos cubierto las necesidades fisiológicas y de seguridad, la tercera necesidad (pertenencia) pasa a ser la prioridad de las personas.
En el mundo del deporte ocurre lo mismo. Cuando un jugador llega nuevo a un equipo invierte energía y esfuerzo en formar parte de él, procurando integrarse cuanto antes para así no sentirse aislado. Cuando en la pretemporada se trabaja con cualquier equipo, sea del deporte que sea y sea de la edad que sea, trabajar este concepto (de forma concreto o integrada en actividades o tareas) puede ser determinante para el buen funcionamiento el equipo.
También se puede trabajar a lo largo de la temporada, ya que un equipo no evoluciona de forma lineal. En ocasiones, un hecho personal o deportivo puede ser el desencadenante de que los miembros del equipo empiecen a pensar más de forma colectiva y no tanto de manera individual, pasando con decía el gran entrenador, Phil Jackson, “del yo al nosotros”. Tanto una victoria sufrida donde los integrantes del equipo tienen que trabajar dando el 100% a su equipo, como una derrota dolorosa donde se ha trabajado muy bien puede aumentar el sentido de pertenencia del equipo.
Lo que está claro es que los valores que se forjen dentro del equipo (compañerismo, lealtad, compromiso, unidad, etc.) van a ser la piedra angular que harán que el equipo durante el día a día y en la competición se esfuercen, no solo por ellos mismos sino también por el equipo, y hará brotar dentro de cada miembro una energía extra que puede ser beneficiosa, tanto para el rendimiento colectivo como para el rendimiento individual. Y, además, tendrán la percepción de que está trabajando por algo más grande que ellos mismos e incluso con un propósito.